Lo cierto es de que esta pregunta
ha llevado a ciertas investigaciones desde al menos unas 4 generaciones de
historiadores. El estudio se ha llevado a cabo desde finales del siglo
XIX, es cierto que después de la invensiôn del foco en 1879 se ha generado mucha
polémica a través de esta gran pregunta, podriamos resumirla en muchas
deducciones contempladas como simples falacias, sin emabrgo ha cada propuesta
generada por una hipotesis (obviamente) encontramos un lago inmenso de
alineamientos archivistas en torno al mismo asunto. Algunos ha sido tachados de
maximalistas, o como yo prefiero decirles simplemente locos o chiflados.
Lo cierto es de que diversos fondos se han recaudado
para asignar finalmente una respuesta precisa y clara a esta gran incognita. El
CNRS (Centre National de la Recherche Scientifique) ha hecho panel de
controversîa, haciendo precisiôn de una singularidad de preguntas, preguntas
que el mismo APG HIstorikerkanzlei ha llevado a su sitio web. Y justo cuando
todo parecîa olvidado, cuando se estaba quedando el asunto sin resolver alguién
se animô y formulô lo siguiente:
Pregunta:
¿Cuántos historiadores se necesitan para cambiar un foco?
Respuesta:
Existe un gran debate en torno a este tema. Hacia mediados del siglo XX, el
consenso se inclinaba por ‘solo uno’: y esta interpretación teleológica y
linear de la historia (‘Whiggish’) apoyó un conjunto de obras que celebraban la
electrificación y el progreso como responsables del acto de cambiar
un foco. Sin embargo, a inicios de los años 1960, los historiadores sociales
rechazaron la escuela que promovía al ‘Gran Hombre’. Para ellos, produjeron
trabajos de índole revisionista que enfatizaban las contribuciones de los
asistentes de investigación y el personal de limpieza en la tarea de cambiar un
foco. El nuevo consenso fue desafiado, a su vez, por quienes estudiaban la
historia de las mujeres, criticando la interpretación que marginaba el rol de
la mujer, señalando a su vez que los focos eran cambiados por las secretarias.
Desde la década de 1980, los posmodernos han venido deconstruyendo lo que ellos
consideran un discurso hegemónico represivo del cambio de foco. Este mismo
discurso desliza una oposición binaria entre ‘luz’ y ‘oscuridad’ y privilegia
una visión ‘falocentrista’ del bulbo sobre el zoquete, lo cual ellos perciben
como colonialista, sexista y racista. Finalmente, una nueva generación de
historiadores neo-conservadores ha llegado a la conclusión de que el foco no
necesita ser cambiado y han procedido a alabar a Ronald Reagan y Margaret
Thatcher por traer de vuelta la vieja bombilla.
Como
es evidente, se va a necesitar más investigación sobre este tema.
Otras
variantes a esta pregunta pueden encontrarlas a continuación:
P. ¿Cuántos
historiadores revisionistas se necesitan para cambiar un foco?
R. A decir verdad, y en contra del consenso establecido, el foco nunca fue cambiado
P. ¿Cuántos
historiadores culturales se necesitan para cambiar un foco?
R. Me interesa menos el foco en sí que los discursos que tratan sobre el cambio
del mismo.
P. ¿Cuántos
historiadores del arte se necesitan para cambiar un foco?
R. Se necesitan 11. Uno para cambiar el foco, cinco para mostrar versiones
tempranas que pudieron haber influido en el mismo, y otros cinco para decir que
los verdaderos responsables del cambio del foco fueron los aprendices.
Créditos:
El autor de esta ocurrencia es David Leeson, profesor en Laurentian University.
Su texto dio pie a otros comentarios, que pueden ser leídos en su perfil de Facebook. Agradezco a Paulo Drinot por
haberme hecho notar este texto. El texto original, en inglés, ha estado
circulando por las redes, aunque con referencias a otros autores. La referencia
a los historiadores revisionistas, culturales y del arte proviene de aquí. El párrafo introductorio es pura invención
mía, al igual que la traducción del texto.